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Sensores ópticos.

Los sensores de proximidad ópticos utilizan medios ópticos y electrónicos para la detección de objetos. Para ello se utiliza luz roja o infrarroja. Los diodos semiconductores emisores de luz (LEDs) son una fuente particularmente fiable de luz roja e infrarroja. Son pequeños y robustos, tienen una larga vida útil y pueden modularse fácilmente. Los fotodiodos y fototransistores se utilizan como elementos receptores. Cuando se ajusta un sensor de proximidad óptico, la luz roja tiene la ventaja frente a la infrarroja de que es visible. Además pueden utilizarse fácilmente cables de fibra óptica de polímero en la longitud de onda del rojo, dada su baja atenuación de la luz. La luz infrarroja (invisible) se utiliza en ocasiones en las que se requieren mayores prestaciones, por ejemplo, para cubrir mayores distancias. Además, la luz infrarroja es menos susceptible a las interferencias (luz ambiental). Los sensores de proximidad ópticos consisten básicamente en dos partes principales: el emisor y el receptor.

El emisor y el receptor pueden hallarse instalados en un cuerpo común (sensores de reflexión directa y de retrorreflexión), o en cuerpos separados (sensores de barrera).

Los sensores de barrera se componen de un emisor y un receptor. Los sensores de retroreflexión

necesitan reflejar el rayo de luz en un retrorreflector (“espejo”). Los sensores de reflexión directa

reflejan el rayo en el objeto a detectar, por lo tanto no se podrán utilizar con elementos de baja

reflexión (plástico negro mate, goma negra, materiales oscuros con superficies rugosas).

Normalmente envían señal cuando un objeto interrumpe el rayo de luz entre el emisor y el receptor (retorreflexión o barrera) o cuando un cuerpo refleja el rayo (reflexión directa).


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